alcesverdes: Soapbox (Default)
The Cookie Fairy ([personal profile] alcesverdes) wrote2006-08-05 12:45 am

Naruto - Valle Letargo

Título: Valle Letargo
Fandom: Naruto.
Resumen: De no haber sido porque su instinto de superviencia tomó el mando, enlugar de estar huyendo por los techos de Valle Letargo, Naruto estaríatirado a la mitad de la calle en medio de un charco de sangre. Línea temporal: antes del examen para chuunin.
Raiting: PG-13.
Género: Sobrenatural/Aventura

I.- Valle Letargo
II.- Uiko
III.- Ruinas
IV .- Bibliotecas

Nota: Para este capítulo consulté algo de símbolos y numerología y lo arregé según me convenía, de manera que lo que aquí se explica poco o nada tiene que ver con magia de ningún tipo.

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V. - Comida y flores

Kakashi se había sorprendido al escuchar, de todas las personas del mundo, a Naruto hablando con tanto entusiasmo de libros. No era que no le tuviera fe, era que se trataba de... bueno, Naruto, y para caer en eso a su edad, se tenía que ser todo lo contrario a lo que él era. De ahí que Kakashi se diera cuenta de inmediato que esos tres tramaban algo. Al subir para recordarles que apagaran las luces, tuvo especial cuidado al tender los hilos con los cascabeles. Se alegró de haberlo hecho cuando lo despertaron a la media noche.

El jounin subió las escaleras tan rápido como pudo. Encontró a Naruto y a Sasuke envueltos en la red que había preparado, y Sakura se asomaba desde su puerta. Los tres estaban vestidos, lo que borraba todo margen de duda que el jounin pudiera haber tenido.

–Los quiero a los tres en la sala de estar dentro de cinco minutos para que me expliquen todo, y mejor que sea la verdad–dijo después de escuchar la torpe excusa de que ambos chicos iban al baño–. Sí, tú también Sakura–añadió sabiendo que haría sobresaltarse a la chica. Después bajó las escaleras, dejando a sus alumnos que se las arreglaran con la red.



El trío entró a la sala de estar, Naruto y Sasuke aún quitándose pequeños trozos de la red de la cabeza. Sakura los seguía; traía una libreta de notas en la mano. Kakashi alzó una ceja. ¿Lección ilustrada? Lo haría más entretenido, por lo menos.

Kakashi cruzó los brazos y se recargó contra el sillón mientras sus alumnos tomaban asiento las sillas que el jounin había preparado. Una pequeña y alargada mesa de centro los separaba.

–¿Y bien?–preguntó.

–Fuimos a la biblioteca a buscar datos sobre la posible configuración de los sellos de Uiko –comenzó Sakura.

Kakashi asintió, esperaba precisamente eso.

–¿Qué encontraron?

Sakura sacó de entre las hojas de la libreta un mapa del pueblo y lo extendió sobre la mesa. Había siete círculos rojos repartidos cerca de la periferia de Valle Letargo, formando un pentágono regular.

–Creemos que los sellos están ahí –dijo Sasuke, señalándolos–. Y que el orden para destruirlos coincide con el trazo de una estrella de siete puntas o septagrama.

Kakashi se inclinó sobre el mapa.

–¿Por qué esa configuración –preguntó –y no, por ejemplo, una estrella de seis puntas con uno de los sellos en el centro?

–Porque la estrella de seis puntas representa al pensamiento hermético, la mediación y el equilibrio. El centro también simboliza equilibrio –explicó Sakura–. Una configuración así es todo lo contrario a lo que Uiko quería. Un septagrama tiene sentido porque, aunque puede representar al bien absoluto, también al mal absoluto, de acuerdo a las intenciones de quien lo traza.

–Además –dijo Sasuke–, colocando la punta superior en el norte del pueblo, el primer sello, el punto de partida para trazar el septagrama, coincide con la casa de Uiko, lo que ubica a los demás en puntos al aire libre en donde es prácticamente imposible refugiarse del ataque de esas criaturas.

Kakashi se reclinó de nuevo contra el sillón. La conclusión a la que habían llegado sus alumnos era muy interesante, y posiblemente válida. Sin embargo...

–Muy bien –dijo el jounin sonriendo–. Los felicito por su investigación. Están castigados.

–¿Qué?–exclamaron los tres al mismo tiempo.

–Han pasado por alto un detalle muy importante –dijo Kakashi–. Es posible que Uiko haya mentido en su diario para que la gente desesperada saliera a buscar esos sellos por la noche. No lo sabemos, y pudo haberles costado muy caro –Kakashi hizo una pausa para dejar que la idea se asentara bien en los cerebros de sus alumnos; por la expresión de sus rostros, no tardaron en comprenderla–. Además, dado que tenían permiso para investigar, que me hayan ocultado esto quiere decir que tenían pensado actuar por su cuenta –los tres enrojecieron–. Mañana temprano comenzará su castigo. Vamos –concluyó –, los llevaré a sus habitaciones.



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–¿De dónde sacó Kakashi-sensei la llave del cuarto?–preguntó Naruto tan pronto escuchó a su maestro alejarse por el corredor, aún cojeando ligeramente: la puerta había hecho un ruido inconfundible poco antes, justo cuando Kakashi-sensei la había cerrado.

–Las llaves no son indispensables para abrir o cerrar puertas –gruñó Sasuke. ¿Por qué Naruto tenía que ser tan obtuso?

–Oh, cierto...–murmuró el rubio dejando de mirar la puerta y ahora con los ojos fijos en Sasuke. Había en ellos una pregunta muy, demasiado, fácil de descifrar.

–Olvídalo, gato asustado–dijo Sasuke. ¿Por qué, oh, por qué Naruto tenía que ser tan obtuso?–. Eso sólo nos metería en peores problemas.

–¡Sólo quería que me enseñaras!

Los ojos de Sasuke se agrandaron.

–¡Es una habilidad básica! –exclamó –. ¡Lo aprendimos en la academia!

Naruto hizo una mueca mezcla de disculpa, fastidio y vergüenza.

–Quizá me enfermé ese día –balbuceó.

Sasuke se frotó la cara con una mano.

¿Por qué...?

–Creo... que mejor nos acostamos a dormir –farfulló. Si la conversación seguía, seguramente terminarían peleando, y Kakashi-sensei por lo menos doblaría su castigo.

–Eh... –murmuró Naruto –, ¿qué hay de...?

–Te enseñaré cuando regresemos a Konoha –dijo Sasuke –. Apaga la luz, ¿quieres?– y cubrió su cabeza con la manta, para evitar más preguntas.

Se escuchó el rechinido de la cama de Naruto cuando este se dejó caer sobre ella. Menos de quince minutos más tarde, la respiración del rubio se había hecho profunda y se intercalaba con los ronquidos habituales.

Sasuke bajó la manta hasta su pecho. Se apoyó sobre un hombro y miró hacia el otro lado de la habitación. Y sonrió, aunque a su pesar.

Naruto no tenía sentido del decoro: sus brazos y piernas estaban extendidos por toda la cama, su manta cubría solamente una pequeña parte de su torso y, aunque no podía verla con claridad, su cara reflejaba un estado de ánimo relajado del todo.

¿Cómo lo hacía? Hasta cierto punto, Sasuke lo envidiaba; podía contar con los dedos sus noches de sueño tranquilo desde que...

Cerró los ojos con fuerza. No quería pensar en eso. Hacía semanas que no quería pensar en ello, casi desde que lo habían asignado a ese equipo. Las imágenes seguían apareciendo en su mente, sí, pero no como antes. Ahora eran espontáneas, antes él llamaba los recuerdos para alimentar su resolución de venganza. Ahora no lo sentía tan necesario.

Trató de espantar los recuerdos concentrándose en el problema presente. Tanto él como Naruto y Sakura habían cometido el estúpido error de subestimar a Kakashi-sensei pensando que no se daría cuenta de lo que tramaban.

Repitió paso por paso todo lo que habían hecho, buscando qué era lo que había alertado a su maestro. Tal vez fue por que Naruto comenzó a hablar de libros, y Naruto no era el más intelectual de los tres. En cambio, si Sakura hubiera comenzado a hablar... Pero ella y Sasuke se habían quedado con la mente en blanco cuando les preguntaron qué habían encontrado en la biblioteca pública, y Naruto fue el único que pensó lo suficientemente rápido.

Naruto... tché. Era desconcertante. Por un lado, era capaz de una increíble agilidad mental, y por el otro, podía ser tan denso como un ladrillo. En definitiva, un genio idiota... y un enigma que le gustaría descifrar, fue lo último que pensó antes de quedarse dormido.



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–Comenzarán por dar veinte vueltas corriendo alrededor del pueblo –dijo Kakashi-sensei la mañana siguiente, muy temprano –. Servirá bien como calentamiento.

–Sí, señor –replicaron los genin a coro.

–Los estaré vigilando –dijo Kakashi-sensei con una sonrisa y agitando la mano como si les estuviera deseando un buen viaje, lo cual causaba más escalofríos en la espalda de Sakura que si les hubiese gritado. Aunque, pensándolo bien, la chica decidió que no quería por nada del mundo ver a su maestro lo suficientemente enojado como para gritarles.



Era pasada la hora del almuerzo cuando Kakashi-sensei decidió que había terminado el castigo, el cual se había llevado a cabo en el bosque cercano. Sakura sentía que no podía mover ni un dedo y, a juzgar por las apariencias, tampoco Sasuke-kun ni Naruto.

Kakashi-sensei les dio un momento para que recobraran el aliento y les sugirió ir a un restaurante a comer. Por supuesto, ellos pagaban.

Sin embargo, a ninguno de los tres les importó, muertos de hambre y de cansancio como estaban. Sakura, por su parte, se moría por un baño, pero no se atrevió a decirlo. Entre otras cosas, le preocupaba que no les permitieran la entrada al establecimiento así como estaban, sucios, llenos de lodo. Por fortuna, debido a la situación del pueblo, incluso el restaurante más lujos hubiera permitido la entrada a cualquier forastero sin zapatos ni camisa —siempre y cuando contara con efectivo.

El restaurante estaba casi vacío. El capitán de meseros, convertido en todo sonrisas y reverencias tan pronto los vio, los llevó a una amplia mesa junto a la pared, rodeada por enormes plantas artificiales, del tipo que la gente busca cuando necesita privacidad. Quizá sí se avergonzaban de tener que recibir clientes así, suspiró Sakura internamente.

Al tener la carta en las manos, los chicos se apresuraron a señalar casi todos los platillos. Sakura se tomó un momento más para decidir; tenía hambre, pero había estado comiendo mucho desde que llegaron, y no quería sufrir las consecuencias cuando regresaran a Konoha. Al final, su hambre ganó la partida y terminó pidiendo un platillo grande, aunque aún indecisa si podría permitirse un postre después.

Mientras esperaban a que les sirvieran, Kakashi-sensei se disculpó por un momento y desapareció entre las plantas artificiales. Seguramente va al baño, pensó Sakura, y se apresuró a tomar un par de los palitos de pan que estaban como tentempié en el centro de la mesa antes que Naruto y Sasuke-kun se los terminaran.

La comida no se hizo esperar demasiado. Con toda diligencia, el mesero dejó los platos sobre la mesa (apenas hubo lugar para todo, a pesar de que el resto de lo que Naruto y Sasuke-kun habían pedido sería llevado en una segunda tanda cuando los muchachos terminaran la primera), preguntó si necesitaban algo más y, como la respuesta fue negativa, se retiró con paso elegante.

Los genin intercambiaron miradas preguntándose de manera tácita si su maestro los reprendería por comenzar antes que llegara. Gruñeron tres estómagos, insatisfechos sólo con los palitos de pan, y les hicieron decidir a sus dueños que podrían sobrevivir a otro regaño. Resultó ser una buena idea, sobre todo para Sakura.

La chica apenas iba a la mitad de su spaghetti cuando Kakashi-sensei regresó y le pidió (sólo a ella) que lo acompañara afuera del local. Aunque cuando se puso de pie, el jounin la tomó del brazo y prácticamente la arrastró tras él. La llevó hasta la esquina y le dio un pequeño fajo de billetes.

–Dos calles más abajo hay una florería –dijo Kakashi-sensei –. Ve ahí rápido y busca a dos mujeres de edad madura con uniforme de cocineras. Trata de escuchar lo que dicen mientras finges que buscas algo. No las sigas si salen de ahí. Te esperaremos en el restaurante. ¡Anda, ve!–exclamó indicando el camino con una mano y sacándola de su sorpresa.

Sakura apretó el dinero que su maestro le había dado y salió corriendo rumbo a la florería.

Las mujeres estaban ahí, tal como Kakashi-sensei había dicho. Sakura puso su mejor sonrisa y entró al lugar como si se tratara de una cliente más, atraída por el colorido de la mercancía. La verdad era que sí tenían muchas flores muy hermosas, algunas de las cuales ya las quisiera Ino. Podría aprovechar para comprar algunas y restregárselas en la cara cuando la viera de nuevo, pensó mientras buscaba la manera de acercarse, sin que e dieran cuenta, a las cocineras, que ahora hablaban con quien parecía ser la encargada de la florería.

Por fin encontró un lugar detrás de un enorme arreglo en forma de cola de pavo real. Se inclinó sobre los nomeolvides y aguzó el oído.

–...es increíble que hayan sobrevivido –dijo la encargada de la florería.

–Todos en el hospital lo dicen –respondió una de las cocineras.

–¿Qué es lo que van a hacer?

–Mi hija me dijo que les ofrecerían dinero –la mujer suspiró –. No creo que lo acepten.

–Si hubieran... –hubo una pausa; cuando la encargada de la florería continuó la frase lo hizo en un volumen tan bajo que Sakura apenas pudo escuchar –. Si hubieran muerto todos, podrían hacerlo pasar como una pelea entre ellos, ¿no? Decir que estaban drogados...

Hubo otra pausa.

–Sé lo que estás pensando, Akane-san –dijo la cocinera que no había hablado antes –. Es demasiado cruel, los doctores no lo harían.

–Lo sé, pero es la única manera...

–Olvidas que quizá nadie les crea. La verdad es demasiado descabellada.

–Siempre habrá alguien. Y enviarán gente, ¡y nos arruinaremos...! ¡Debimos pedir ayuda desde el principio!

–¡Tranquila, Mitsuki-san! No les creerá nadie ni enviarán a nadie, en especial si comienzan a hablar sobre el papel.

–¿Qué papel?

–Balbuceaban algo sobre un papel que rompieron cuando se arrastraban a la casa, y que entonces los demonios se volvieron transparentes.

Hubo pequeñas exclamaciones de sorpresa.

–Entonces, hay manera...

–Espera, Akane-san, creo que tienes un cliente.

Sakura trató de no tensarse y esperó a que la llamaran un par de veces, así parecería que estaba ensimismada en las flores. Mientras la chica pagaba material para hacer unos ramilletes ("Tienes buen gusto, querida," le dijo Akane-san), las dos cocineras se disculparon y salieron a toda prisa, prometiendo regresar al día siguiente con más noticias.

Sakura salió de la florería con un pequeño paquete en la mano, de vuelta al restaurante. Esperaba que Kakashi-sensei terminara de darle contexto a la conversación, pero estaba casi segura de qué era lo que había escuchado: todo indicaba que las conclusiones a las que ella y Sasuke-kun habían llegado eran correctas.



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Kakashi dejó a sus alumnos esperando la comida y fue directo al baño. Había pasado toda la mañana atento a lo que hacían los genin, e incluso él tenía un límite. Una gran coincidencia había colocado las pequeñas ventanas de ventilación justo hacia el callejón por donde salían los empleados.

Kakashi había escuchado una conversación muy interesante entre dos cocineras cuyo turno recién había terminado. Una de ellas, al parecer, tenía una hija que trabajaba como enfermera en el hospital de Valle Letargo. Esa mañana habían encontrado a unos adolescentes forasteros muy malheridos, pero vivos, en la casa de Uiko. No pudo escuchar mucho más, porque las mujeres se fueron. Una de ellas dijo que iría primero a la florería cerca de ahí a recoger un paquete. Fue entonces que se le ocurrió enviar a Sakura a seguirlas, no sospecharían de una jovencita que entrara a una florería.

Regresó a la mesa. Naruto y Sasuke, que habían dejado de comer, lo miraron interrogantes.

–Después –les dijo –. Sigan comiendo.

Lo obedecieron, un poco renuentes. Parecían sentirse un poco culpables porque Sakura no estaba...

Un segundo.

¿No había dejado Sakura su plato a la mitad? Ahora estaba vacío.

Bueno, eso era problema de ellos. Por lo pronto, Kakashi hizo la promesa de no entrometerse si Sakura quería vengarse.

Cruzó los brazos y se recargó en la silla. Ahora comprendía por qué les habían dado esa mesa detrás de las plantas falsas; no era para darles privacidad a ellos, era para proteger la suya propia.

El jounin no creía que sus alumnos se hubieran dado cuenta de que las pocas personas que encontraron por la calle de camino al restaurante estaban muy agitadas y ansiosas, los chicos estaban muy cansados y tenían hambre.



Sakura llegó poco después con un paquete de papel en una mano y unos nomeolvides en la otra. Se veía muy perturbada. Kakashi le prohibió hablar en ese momento. Pidió lo que restaba de la comida para llevar y llevó a sus estudiantes a un parque a medio camino del restaurante y la casa donde se hospedaban. Ahí, tras asegurarse que no había nadie alrededor, les contó lo que había escuchado, tras de lo cual Sakura contó su parte.

–Están en una situación desesperada –dijo Sasuke.

–¡Y nosotros sabemos cómo resolverla!–exclamó Naruto.

–Y se la diremos al equipo de jounins que venga de Konoha –dijo Kakashi tan tranquila y pausadamente como pudo. Tenía que sacarles esa idea de la cabeza como fuera –. Hablaré con las autoridades esta tarde; estoy seguro que no se opondrán a que contacte a Konoha lo más pronto posible.

–¿Por qué no lo había hecho antes?

Kakashi suspiró antes de responder. Esto se lo iban a tomar mal.

–Porque no tengo autoridad. El problema es de los habitantes de Valle Letargo, y ellos no querían pedir ayuda. Ahora que ha surgido esta emergencia, estarán más que dispuestos a recibirla.

–¡Entonces todo es por dinero!–gritó Naruto después de un momento, expresando lo que sus dos compañeros pensaban. El rostro de Sakura e incluso el de Sasuke no dejaban lugar a duda.

Kakashi se rascó la cabeza.

–Yo no hago las reglas –dijo.

Los tres miraron al suelo. En definitiva se lo habían tomado mal.

Kakashi recordó el escalofrío que sintió la primera noche que pasaron en el pueblo y redobló su propósito de no permitir que sus alumnos se arriesgaran en algo tan estúpidamente peligroso.



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[identity profile] telrunya.livejournal.com 2006-08-05 06:04 am (UTC)(link)
Lo disfruté mucho, me gusta cómo vas con la historia y todos los detalles que he comentado contigo en el MSN conforme lo ibas escribiendo, de verdad me gusta demasiado. Ojalá puedas continuarlo cuando tengas inspiración/ganas :**.