alcesverdes: Soapbox (Default)
The Cookie Fairy ([personal profile] alcesverdes) wrote2009-06-26 03:36 pm

[Apollo Justice: Ace Attorney] Decidir lo que hay que decidir 4/?

Título: Decidir lo que hay que decidir
Fandom: Apollo Justice: Ace Attorney
Personajes/Parejas:
Rating: PG-13
Palabras: 2413 --cada vez salen más largos why (8098 en total)
Resumen: La primera semana de Apollo en la universidad se complica demasiado. Hecho de sangre incluído. AU.
Spoilers: Aplica lo del capítulo anterior.
Notas de autor: Culpo a Di por esto que, sí, es un College AU. o/
* Latinajo sacado de Wikipedia.


Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3

Apollo, con toda la buena fe del mundo se apresuró a intentar ayudar en el club de rock con el problema de la bomba de humo, pero antes de que pudiera dar siquiera un paso, de la nada se materializaron un grupo de chicas y chicos gritando y exclamando improperios hacia quien había hecho eso y reclamando saber si el chico estaba bien.

-Vamos, Polly, ellas se encargan -dijo Trucy jalando la manga de Apollo y señalando hacia las escaleras.

Apollo asintió y siguió a la niña tras dar una última mirada a la segunda puerta a la derecha del segundo piso y pensaba que ahora con tanta gente ahí parecía haber más caos que cuando era sólo el terrorismo doméstico, puesto que la mayoría de los recién llegados estaba obviamente más emocionada con la idea de que les hubieran permitido entrar ahí que decididos a ayudar.

-Después de todo, es sólo humo -masculló Polly por lo bajo.


°


A pesar de estar aún alterada por el altercado con Gavin el joven, Ema les permitió pasar al club de ciencias, lugar que podría ser descrito con justicia como desordenadamente ordenado, si eso era posible; a pesar de la desorganización quedaba muy clara la impresión de que cualquiera con el suficiente entrenamiento podría encontrar lo que necesitara con relativa facilidad. Había un poco de frialdad altanera en la manera en que Ema los recibió, pero su actitud se suavizó un poco cuando escuchó el nombre del señor Wright. Aunque no dejó de comer unos bocadillos aparentemente de chocolate que dijo se llamaban snackoos.

-Oh, la profesora Helen -dijo suspirando y apoyado la mano en la barbilla tras masticar pensativamente-. Es incomprensible e incluso había pensado que científicamente imposible que ella le disparara a alguien. Odiaba las pistolas. Incluso para las prácticas de peritaje, siempre nos pedía a nosotros que disparáramos.

-¿La conocía bien?

Ema comió otro par de snackoos antes de responder.

-Bueno, pasábamos mucho tiempo juntas en el equipo de peritaje, y siempre fue una persona muy transparente y honesta para todo, pero no estoy segura de poder decir que la conocía realmente: nuestra relación era estrictamente profesional.

-¿Cómo diría usted que era su personalidad?

Más snackoos.

-Científica.

Apollo miró a Ema fijamente tratando de no parpadear ni dejar exhalar un suspiro ni nada que dejara en evidencia lo que pensaba sobre ese descriptor tan... críptico e inusual.

-¿A qué se refiere con eso, señorita Ema?-preguntó Trucy.

Ema se encogió de hombros.

-Metódica, tranquila, paciente, siempre buscando una explicación racional y lógica para todo, en especial para aquello que parecía absurdo.

-Como ella misma disparándole al profesor Gavin -dijo Apollo, ceño fruncido y uno de sus dedos presionando el puente de su nariz.

-Precisamente -dijo Ema señalando a Apollo con uno de los snackoos.

Por un momento, Apollo tuvo la sensación de que iba a lanzárselo a la vez que decía: "¡Buen chico!" Pero no sucedió. Por suerte para lo que aún le quedaba de dignidad personal.

-Mira, Justice -dijo Ema mordisqueando la punta de aquel snackoo-, por ser un favor para el señor Wright, les preguntaré a los otros del equipo de peritaje si saben algo. Quizá Noelle Darrow, ella iba con frecuencia a almorzar con la profesora y su marido, pero por inducción científica, puedo aseverar desde este momento que dirá lo mismo: la profesora Stafford no es una persona violenta.

Sin que pudiera evitarlo, Apollo notó que su cara se torcía en un gesto.

-¿Noelle Darrow? ¿La líder de las porristas?

-La misma. ¿La conoces?

-¡Polly es la mascota del equipo!-explicó Trucy, toda espontaneidad, alegría y risas.

Apollo sintió de pronto la súbita necesidad de esconder la cabeza dentro del frasco de ácido sulfúrico. Por otra parte, ahora tenían un dato nuevo: la profesora Stafford estaba casada.

-Excelente, entonces quizá puedas preguntarle tú mismo -dijo Ema con el tono aliviado de quien se ha librado de un inconveniente.

-P-pero...

-Por cierto que no me pareció que tuvieras cara de que disfrutes el ejercicio físico -dijo Ema, de vuelta a los snackoos-. Por eso usas el disfraz, ¿no?

Por lo menos no había dicho que lo usaba por no tener un rostro conforme a los cánones de belleza vigentes o algo por el estilo, pensó Apollo.

-Vamos, Polly, busquemos a Noelle -dijo Trucy jalando la manga de Apollo.

-Espera. Una última cosa, señorita Skye. La persona con la que discutía hace un rato en el club de rock, ¿es pariente del profesor Kristoph Gavin?

-Oh, esa peste. Klavier Gavin, es su hermano menor.

Durante todo el tiempo que había conocido a Kristoph, jamás le había dicho que tenía un hermano. Apollo se sintió de alguna manera traicionado.

Y también se dio cuenta de que en realidad no sabía casi nada --o mejor dicho, nada-- de la vida personal de Kristoph.

Quizá era momento de aclarar eso. Lo más sutilmente posible, desde luego.

°

-¿Adónde vamos ahora, Polly?-preguntó Trucy cuando salieron del edificio F tras que se frustraran los planes iniciales de Apollo de hablar con Klavier, ya que el club de rock seguía lleno de voluntarios a pesar de que el humo ya se había disipado. Sin embargo, un simple vistazo a través de la puerta entreabierta habría dejado clarísimo para cualquiera que Klavier disfrutaba con toda esa atención.

-Te llevaré con el señor Wright -dijo Apollo- y yo iré a...

-¿Me vas a dejar?-exclamó Trucy.

Apollo se hizo el firme propósito de no voltear a verla.

-No puedes ir a donde iré.

Trucy se llevó la mano a la boca.

-¿Qué? ¿Adónde vas? ¿Es muy peligroso?

Apollo siguió sin mirarla.

-Iré al hospital a ver al profesor Gavin.

-Pero ya tengo edad para hacer visitas al hospital -medio lloriqueó Trucy.

Nomiresnomiresnomires.

-Tengo que preguntarle unas cosas...

-Me quedaré calladita.

Apollo carraspeó.

-Unas cosas muy delicadas.

-Me quedo en un rincón.

Sin poder evitarlo, Apollo giró la cabeza para verla.

-No pue...

Se detuvo en seco.

Trucy parecía un conejito al que alguien estuviera amenanzando con un enorme cuchillo afilado.

-Vamos a comprar flores primero -dijo.

Trucy saltó a abrazarlo.

-¡Gracias, Polly! ¡Eres el mejor!

-Sólo promete que guardarás silencio.

Y que no soltarás el apodito frente a mi respetadísimo mentor.

-¡Prometido!

Trucy movió entonces su mano como si estuviera cerrando una cremallera en su boca.

Apollo entonces se dio la media vuelta en dirección a la entrada principal del campus. Trucy iba feliz colgada de su brazo.

Casi llegaban a la puerta cuando, detrás de una hilera de arbustos junto al edificio A, escucharon unos sollozos. Sin consultárselo, Trucy corrió a asomarse.

-¡Espera, Trucy!

-¡Señor, señor! ¿Está bien? -preguntó la niña inclinada sobre los arbustos.

¿Señor?

Apollo se inclinó también.

Lo que vio fue un hombre en cuclillas en pantalones de vestir negros y camisa blanca que se sujetaba la cabeza con las manos a la vez que se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, hacia adelante y hacia atrás, hacia adelante y hacia atrás, y además, mascullaba algo que Apollo no podía entender.

-Disculpe, ¿podemos ayudarlo? -preguntó Apollo mientras Trucy se recargaba contra él buscando algún apoyo.

Al parecer, el hombre no escuchó lo que le dijeron y continuó moviéndose y mascullando. Era una imagen perturbadora, muy perturbadora, así que Apollo consideró que sería mejor alejarse y avisar a uno de los guardias de seguridad del campus, siquiera sólo porque Trucy estaba encajándole los dedos en el brazo. Pero justo cuando iba a moverse, el hombre se detuvo y los miró con ojos teriblemente abiertos y boca horriblemente abierta.

-¡Fue culpa mía!-exclamó a la vez que Trucy gritaba y brincaba a abrazarse de Apollo, quien también gritó y cayó al suelo sentado al ser tomado desprevenido en tantos frentes a la vez.

-¡Fue mi culpa! ¡Fue mi culpa!-seguía exclamando el hombre.

Se puso de pie y se lanzó en una carrera histérica hacia la salida del campus. Desde donde estaban, Apollo y Trucy vieron que también sorprendió al guardia de la entrada, quien no atinó a atajarlo cuando pasó junto a él.

-¿Qué fue eso, Polly?-preguntó Trucy aún acurrucada contra él.

-No tengo idea -dijo este.

En ese momento, se asomó por la esquina del edificio A la cara del señor Wright. Se veía preocupado.

-¿Están bien ustedes dos? -preguntó-. Escuché gritos.

-Sí, estamos bien -dijo Apollo.

-Un señor extraño nos asustó, papi, pero sí, estamos bien.

"Nos." Justo tenía Trucy que haber dicho "nos." No que no hubiera sido cierto, pero...

Se escuchó un tono de celular. El señor Wright sacó uno de esos aparatos del bolsillo del pantalón y habló por él durante unos momentos. O, mejor dicho, escuchó: su mitad de la conversación consistió sólo de 'ajá' y de 'sí' y de 'está bien'.

Mientras tanto, Apollo decidió probar si sus piernas ya podían sostenerlo de nuevo, y afortunadamente así fue. Se puso de pie y le ofreció la mano a Trucy para ayudarla a hacer lo mismo.

-No me gustan estas cosas -dijo el señor Wright mientras guardaba el celular de nuevo-, pero aquí me obligan a usarlos.

-Ya veo -dijo Apollo educadamente. Era natural que se le pidiera al conserje que trajera uno de esos; podrían necesitarlo en cualquier momento si se derramaba algo en alguna esquina alejada en el campus.

-El hombre que vieron era Marcus Stafford, el esposo de la profesora Helen -informó el señor Wright-. Al parecer tuvo un ataque de histeria.

Oh, ¿de verdad?, pensó Apollo.

-¿Qué hacía aquí?-preguntó en lugar de decir aquello.

El señor Wright se encogió de hombros.

-Ni idea -los miró-. ¿Iban a algún lado?

-Polly irá a ver al profesor Gavin al hospital y yo lo acompañaré -dijo Trucy.

-Oh, está bien. Dale mis saludos a Kristoph, Apollo.

-Claro, señor.


°


En la florería, Apollo dejó que Trucy eligiera el ramo de flores --siempre y cuando no fuera muy caro-- y se concentró en reflexionar en lo que habían averiguado hasta el momento, que no había sido mucho, pero era más de lo que sabían en la mañana.

En primer lugar, parecía haber un consenso entre quienes la conocían más al respecto de que la profesora Stafford era una persona de temperamento tranquilo, lo cual corroboraba la impresión que Apollo se había hecho de ella cuando la conoció. En segundo lugar, su esposo estaba histérico y se sentía culpable de algo; dadas las circunstancias, era lógico asumir que ese algo era el hecho de que su esposa le había disparado a un colega, aunque aún quedaba por demostrar que eran sólo colegas --Apollo aún no había descartado la posibilidad de que ella y Kristoph fueran amantes. Probablemente el señor Stafford pensaba que debió haber puesto más atención a su mujer, o quizá él había sido infiel primero o... o tal vez...

-¡Polly! ¿Te gustan estas?-exlamó Trucy de pronto mostrando en alto una canasta con flores de colores brillantes.

Apollo despertó de la especie de ensueño en el que había entrado sintiendo como si hubiera estado a punto de descubrir cómo encajaban las piezas aunque el hilo se le había escapado en el último segundo.

No dijo nada sobre eso, sin embargo; revisó el precio de la canasta, dio su visto bueno y se acercó a la caja a pagar.


°


-No eres el primero que me lo pregunta, Apollo -dijo Kristoph desde su cama de hospital; la bata no le iba muy bien y estaba todavía un poco pálido, pero podía sentarse derecho con ayuda de algunas almohadas-. Pero no, la respuesta es no. La profesora Stafford y yo nunca hemos intimado.

Lo había dicho con sinceridad absoluta: Apollo lo había observado con mucha atención, y estaba seguro de ello, así que eliminó por completo esa línea de investigación.

-Lamento haber arruinado tu hipótesis -dijo Kristoph, un poco en broma, un poco en serio.

Apollo se llevó la mano a la cabeza.

-Oh, no, está bien. De todas formas era una idea bastante cliché -dijo Apollo.

-Eso no tiene importancia. Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem.

"No ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias" o "la solución más sencilla tiende a ser la correcta." El principio de la navaja de Occam, al cual Apollo tenía propensión a acogerse. Era tranquilizante saber que no estaba haciéndolo tan mal por la vida.

Apollo sonrió orgulloso de sí mismo. Todo estaría bien, se dijo, mientras Trucy (en ese momento en el otro extremo de la habitación ocupada mirando todos los ramos de flores que le habían dado a Kristoph --y que habían hecho sentir a Apollo como el ser menos original del mundo) mantuviera su promesa de no hablar.

Una enfermera hizo en ese momento acto de aparición tras tocar la puerta por cortesía.

-Disculpe, señor Gavin, pero debo llevarlo a que le hagan unos estudios.

-Nosotros ya estábamos por irnos -dijo Apollo.

-Fue todo un placer que me visitaras, Apollo -dijo Kristoph mientras la enfermera acercaba una silla de ruedas a la cama.

-Al contrario -dijo el aludido.

Instantes después, Kristoph salía de la habitación en la silla empujada por la enfermera y Apollo recordó una última cosa. Corrió a asomarse por la puerta.

-¡Oh! ¡Profesor! Conocí a su hermano.

Kristoph hizo que la enfermera se detuviera y giró la cabeza.

-¿A Klavier? Es un buen chico, sólo un poco ruidoso. Pensaba presentártelo uno de estos días, espero que se lleven bien.

-Ah, sí...

La silla de ruedas siguió su camino hasta desaparecer detrás de la esquina del corredor.

Entonces, Apollo sintió que le jalaban la manga.

-¿Ya puedo hablar, Polly?

-Sí, claro, Trucy.

-Desde hace rato quiero mostrarte algo.

-¿Qué cosa?

Apollo se dejó guiar por la niña a donde estaban las flores. De uno de ellos, Trucy sacó una tarjeta de aquellas típicas de 'alíviate pronto', cuya única particularidad era que había sido firmada por un tal Marcus Stafford.

Bueno, si se sentía tan mal por lo que había sucedido, era lógico que...

Y entonces Trucy sacó otras tres tarjetas de sendos ramos de flores firmadas por el mismo remitente. Una de ellas contenía un mensaje personal. Demasiado personal.

Apollo sintió que se le caía la quijada.

Ahí estaba lo que se le había escapado un par de horas antes, la respuesta que hacía encajar las piezas: su teoría del lío amoroso era correcta, sólo que no había sucedido entre Kristoph y la profesora Stafford, sino entre Kristoph y el señor Stafford.



Siguiente capítulo

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