The Cookie Fairy (
alcesverdes) wrote2005-10-12 10:25 pm
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La lección más importante
Titulo: La lección más importante
Fandom: Naruto
Advertencias: Justo al terminar la primera parte del manga.
Resumen: Naruto es como un hijo para Iruka.
Raiting: PG
Comentarios: Regalo de cumpleaños para
enychan :**
Mientras observaba a Naruto devorar el contenido de un plato de ramen, Iruka no pudo evitar preguntarse cuánto de ese entusiasmo era real y cuánto fingido. Al día siguiente, Naruto quedaría bajo la tutela de uno de los sannin, todo un honor; prácticamente cualquier ninja de Konoha mataría por una oportunidad así. Tal vez el chico podría llegar incluso a dominar el demonio que llevaba dentro. Por ello, Naruto pasaría tres años lejos de su pueblo natal, y si en ese tiempo él e Iruka llegaban a encontrarse, no sería más que una simple casualidad.
Iruka suspiró con nostalgia; el chico rubio se había convertido en un hermano menor para él. Un hijo, casi. Ya no podía verlo de otra forma. El chuunin se sentía deprimido al darse cuenta de las miradas de resentimiento que Naruto levantaba a su paso, y sentía una opresión en el estómago cuando escuchaba a los otros hablar con desprecio de ese zorro. Suspiró de nuevo. Si tan sólo lo conocieran, no pensarían así. Tal vez los sacaría de quicio, pero no podrían odiarlo.
En ese momento, Iruka fue invadido por una oleada de vergüenza y culpa; él mismo había desconfiado de Naruto no hacía demasiado tiempo...
–¿Pasa algo, sensei?–escuchó. Naruto había terminado el plato y lo miraba muy serio.
Iruka sacudió ligeramente la cabeza y sonrió lo mejor que pudo.
–No pasa nada–dijo; ahora era él quien fingía. Tomó aire antes de confesar: la mejor manera de conseguir sinceridad era siendo sincero uno mismo. Además, no había nadie más en el establecimiento de Ichiraku–. Tan sólo pensaba en lo que te extrañaré cuando te vayas.
Naruto sonrió ahora, su energía era casi palpable. Iruka estaba seguro que parte de ella era forzada. Pero, por supuesto, no iba a decírselo.
–No será por mucho tiempo–dijo Naruto levantando un dedo en el aire y añadió burlón–: Jamás imaginé que fuera tan sentimental, Iruka-sensei.
A Iruka le pareció que la respuesta adecuada era un gruñido, así que gruñó.
–Además–continuó Naruto–, cuando regrese voy a poder patear su trasero por todo Konoha sin esforzarme.
Otro gruñido, esta vez acompañado de un "¡muchacho irrespetuoso!" Naruto pareció no haber escuchado; entrelazó sus manos detrás de su nuca y siguió hablando:
–Seguramente voy a aprender muchas cosas interesantes con ese pervertido.
–¡No seas irrespetuoso!–exclamó Iruka poniéndose de pie y golpeando la cabeza del chico, todo por puro acto reflejo. Cuando estaban a solas y en medio de una charla informal, a Iruka no le importaba (tanto) que Naruto se dirigiera a él en tono irreverente, pero no iba a permitir que se expresara así de otros, en especial si eran personas tan importantes.
–¡Pero es cierto!–gimió Naruto sobando su nuevo chichón– ¡Es un pervertido!
–¡Naruto!
No importaba que fuera cierto, Jiraiya-sama era de cualquier forma un ninja excelente.
–¡Todos lo saben!
No importaba que todos lo supieran.
–Incluso me pidió que le enseñara a hacer el Sexy no Jutsu.
No importaba que...
–¿Qué?
–Ero-sennin me pidió que le enseñara a hacer el Sexy no Jutsu para entrar a los baños de las mujeres. No me lo dijo, pero no puede ser para otra cosa.
Iruka se llevó la mano a la cara. ¡Ese maldito viejo pervertido iba a terminar con la inocencia de Naruto! El chico, en su inexperiencia, con toda seguridad se creería todo lo que el sannin le dijera. Jiraiya-sama era un ninja muy poderoso y hábil, pero no por nada tenía prohibida la entrada a todos los baños públicos en muchos kilómetros a la redonda.
Tras procesar la idea con suma rapidez, Iruka llegó a la conclusión de que la mejor manera de contrarrestar el veneno era administrando el antídoto antes. Y no tenía mucho tiempo. El chuunin pagó la cuenta y arrastró a Naruto consigo.
–¿Adónde vamos, sensei?
–A mi casa–respondió Iruka sin mirar al chico–. Hay unos pergaminos que quiero que veas antes de marcharte.
-
Una vez frente a los famosos pergaminos (los más didácticos que Iruka poseía al respecto), Naruto los leyó con atención. Iruka le había dado la clara instrucción de preguntarle cualquier duda que surgiera.
–Iruka-sensei...–masculló Naruto al cabo de un rato.
–¿Qué sucede, Naruto?–dijo Iruka con su voz más académica después de aclararse la garganta.
–Todo esto ya lo sé–gruñó su antiguo alumno señalando con fastidio los rollos esparcidos a su alrededor–. Y es más divertido leerlo en los libros de Kakashi-sensei.
-
Todo Konoha se sobresaltó al escuchar a Umino Iruka clamando por la sangre de Hatake Kakashi a la mitad de la noche.
Fandom: Naruto
Advertencias: Justo al terminar la primera parte del manga.
Resumen: Naruto es como un hijo para Iruka.
Raiting: PG
Comentarios: Regalo de cumpleaños para
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Mientras observaba a Naruto devorar el contenido de un plato de ramen, Iruka no pudo evitar preguntarse cuánto de ese entusiasmo era real y cuánto fingido. Al día siguiente, Naruto quedaría bajo la tutela de uno de los sannin, todo un honor; prácticamente cualquier ninja de Konoha mataría por una oportunidad así. Tal vez el chico podría llegar incluso a dominar el demonio que llevaba dentro. Por ello, Naruto pasaría tres años lejos de su pueblo natal, y si en ese tiempo él e Iruka llegaban a encontrarse, no sería más que una simple casualidad.
Iruka suspiró con nostalgia; el chico rubio se había convertido en un hermano menor para él. Un hijo, casi. Ya no podía verlo de otra forma. El chuunin se sentía deprimido al darse cuenta de las miradas de resentimiento que Naruto levantaba a su paso, y sentía una opresión en el estómago cuando escuchaba a los otros hablar con desprecio de ese zorro. Suspiró de nuevo. Si tan sólo lo conocieran, no pensarían así. Tal vez los sacaría de quicio, pero no podrían odiarlo.
En ese momento, Iruka fue invadido por una oleada de vergüenza y culpa; él mismo había desconfiado de Naruto no hacía demasiado tiempo...
–¿Pasa algo, sensei?–escuchó. Naruto había terminado el plato y lo miraba muy serio.
Iruka sacudió ligeramente la cabeza y sonrió lo mejor que pudo.
–No pasa nada–dijo; ahora era él quien fingía. Tomó aire antes de confesar: la mejor manera de conseguir sinceridad era siendo sincero uno mismo. Además, no había nadie más en el establecimiento de Ichiraku–. Tan sólo pensaba en lo que te extrañaré cuando te vayas.
Naruto sonrió ahora, su energía era casi palpable. Iruka estaba seguro que parte de ella era forzada. Pero, por supuesto, no iba a decírselo.
–No será por mucho tiempo–dijo Naruto levantando un dedo en el aire y añadió burlón–: Jamás imaginé que fuera tan sentimental, Iruka-sensei.
A Iruka le pareció que la respuesta adecuada era un gruñido, así que gruñó.
–Además–continuó Naruto–, cuando regrese voy a poder patear su trasero por todo Konoha sin esforzarme.
Otro gruñido, esta vez acompañado de un "¡muchacho irrespetuoso!" Naruto pareció no haber escuchado; entrelazó sus manos detrás de su nuca y siguió hablando:
–Seguramente voy a aprender muchas cosas interesantes con ese pervertido.
–¡No seas irrespetuoso!–exclamó Iruka poniéndose de pie y golpeando la cabeza del chico, todo por puro acto reflejo. Cuando estaban a solas y en medio de una charla informal, a Iruka no le importaba (tanto) que Naruto se dirigiera a él en tono irreverente, pero no iba a permitir que se expresara así de otros, en especial si eran personas tan importantes.
–¡Pero es cierto!–gimió Naruto sobando su nuevo chichón– ¡Es un pervertido!
–¡Naruto!
No importaba que fuera cierto, Jiraiya-sama era de cualquier forma un ninja excelente.
–¡Todos lo saben!
No importaba que todos lo supieran.
–Incluso me pidió que le enseñara a hacer el Sexy no Jutsu.
No importaba que...
–¿Qué?
–Ero-sennin me pidió que le enseñara a hacer el Sexy no Jutsu para entrar a los baños de las mujeres. No me lo dijo, pero no puede ser para otra cosa.
Iruka se llevó la mano a la cara. ¡Ese maldito viejo pervertido iba a terminar con la inocencia de Naruto! El chico, en su inexperiencia, con toda seguridad se creería todo lo que el sannin le dijera. Jiraiya-sama era un ninja muy poderoso y hábil, pero no por nada tenía prohibida la entrada a todos los baños públicos en muchos kilómetros a la redonda.
Tras procesar la idea con suma rapidez, Iruka llegó a la conclusión de que la mejor manera de contrarrestar el veneno era administrando el antídoto antes. Y no tenía mucho tiempo. El chuunin pagó la cuenta y arrastró a Naruto consigo.
–¿Adónde vamos, sensei?
–A mi casa–respondió Iruka sin mirar al chico–. Hay unos pergaminos que quiero que veas antes de marcharte.
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Una vez frente a los famosos pergaminos (los más didácticos que Iruka poseía al respecto), Naruto los leyó con atención. Iruka le había dado la clara instrucción de preguntarle cualquier duda que surgiera.
–Iruka-sensei...–masculló Naruto al cabo de un rato.
–¿Qué sucede, Naruto?–dijo Iruka con su voz más académica después de aclararse la garganta.
–Todo esto ya lo sé–gruñó su antiguo alumno señalando con fastidio los rollos esparcidos a su alrededor–. Y es más divertido leerlo en los libros de Kakashi-sensei.
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Todo Konoha se sobresaltó al escuchar a Umino Iruka clamando por la sangre de Hatake Kakashi a la mitad de la noche.